sábado, 24 de octubre de 2015

Un día cualquiera, de esos, metafísicos

No me pregunten el tema de hoy, es algo tan ambiguo, tan abstracto que no tiene definición más allá del típico "hoy estoy tonta". Y seguramente el resto de días también; pero bueno, yo sigo con la excusa/causa de que son las hormonas. Y ¿qué es una mujer sin hormonas? Aparentemente nada, o aparentemente lo son todo. Todo se reduce a apariencia, dichosa ella, que nos embriaga de posibles efectos positivos o negativos según el canon que alguien impone.

Con la lluvia me animo un poco más, la climatología invernal me favorece. Coloreo mis uñas y me hago ovillos con jersey y chaquetas. Temblar me hace feliz, tiritar me da paz al espíritu. Les prometo que no asisto a clases de yoga, aunque me lo estoy planteando.

Paseo Bembibre-Viñales

Llegar corriendo al coche, empapada, y encender la calefacción, eso me reconforta. Será la edad o el paso de los días, pero vivir es aprendizaje e improvisación, y es que son esas "pequeñas cosas" las que endurecen el vientre de reír.

Visitar mi tierra, mi querido Bierzo, recorrer sus parajes escuchando el crujir del follaje a cada paso, y en cada paso me reconstruyo yo. Es indirectamente proporcional. Eso me alimenta más que el propio botillo, bueno, aquí estoy exagerando, ya me entienden.

Vista desde El Acebo




El hecho de no sentir ese insomnio de placeres diarios me asusta más que cada movimiento en el reloj. Mirar atrás y tener vértigo, que se escape el tiempo por haber permanecido atada a situaciones y personas que sólo provocaban desorientación. Por suerte hay una brújula que reconduce cada dirección. O igual es que hay cosas que dejan de doler, y como bien explica Carlos Ruiz Zafón: “Todos tenemos un secreto encerrado bajo llave en el ático del alma, éste es el mío” 


No sé lo que pasa hoy, pero todo está en armonía. 

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